REVISTA "RAÍCES DE PAPEL" Nº 12 (2014)

martes, mayo 08, 2012


Carmen Rubio                                                  Juan Calderón                                                    Andrés R. Blanco


CARMEN RUBIO
EN LA TERTULIA DEL GRUPO LITERARIO
TINTAVIVA



   Buenas tardes a todos, sean bienvenidos. Aunque estaba anunciado que sería Julia Gallo quien presentara a nuestra invitada de hoy, como podrán comprobar, yo no soy Julia, y si alguien había pensado que la veían un tanto avejentada y con un look extravagante, tendré que responderle con los sones de aquella copla de antaño: No me llames Dolores, llámame Paco, que Paco se llamaba mi tía Remedios... ¿O no era así? No sé. Bueno, no importa. Lo que yo quería decirles es que Julia nos ha dejado un beso estupendo para todos ustedes y sus disculpas por no poder estar presentando nuestros "Versos A Palabra 2" por encontrarse en Barcelona. Esto me da la oportunidad de ser yo quien les acerque a nuestros invitados de hoy, Andrés R. Blanco y Carmen Rubio, ambos excelentes poetas y buenos amigos personales. En primer lugar hablaremos de la dama.

   Carmen Rubio, esta pequeña gran mujer que nos visita, es granadina, del turístico pueblo de Purullena, ese que mira a Sierra Nevada desde sus cerros, pero desde los cuatro años reside en las llanuras de Madrid, donde  desarrolló su trabajo en el Ministerio del Aire. A los ocho años ya había recibido la visita de las musas y escrito sus primeros poemas. Desde entonces ha publicado los siguientes poemarios, todos ellos premiados en diferente certámenes:


"En el bosque del sueño", Premio "Joaquín Benito de Lucas" Talavera de 
la Reina (Toledo) 1991.
"Rumores", Premio "Lunara" Elche (Alicante) 1992.
"Rumor de la tierra", Premio "Ciudad de Benicarló" Benicarló (Castellón) 1993.
"Los bosques de la luna", Premio "Antonio Machado" Sevilla, 1994.
"Desván de la memoria", Premio "José Antonio Ochaíta" Guadalajara, 1996.
"Jardín con interior y otras penumbras", Premio "Bahía" Algeciras 
(Cádiz) 1997.
"Moyra se asoma al mar", Premio "Ciudad de Mérida" Mérida (Badajoz) 1998.
"Galería para cobijarse de la lluvia", Premio "Eladio Cabañero", Tomelloso (Ciudad Real) 1999. 
"El tiempo detenido", Premio "Juan Alcaide", Valdepeñas (C. Real) 2003.
"Equipaje de vuelta", Premio "Tardor" Castellón, 2004.
"Soliloquio de invierno", Premio "Rosalía de Castro" Casa de Galicia en Córdoba. 2010.

   La lista de premios y reconocimientos de los que se ha hecho acreedora es interminable, siendo de las poetas españolas más laureadas, por lo que no vamos a reseñar los mismos, así tendremos tiempo suficiente para poder escucharla a ella, que es lo que nos ha traído hasta aquí. 

   Ha sido incluida en numerosas antologías, revistas y periódicos. Ha participado en recitales, individuales y colectivos, sin olvidarnos de sus coqueteos con el arte de Talía, participando como actriz en obras de teatro como: La casa del tiempo, de Juan Ruiz de Torres, y en otras de José Gerardo Manrique de Lara, Enrique Jardiel Poncela, etc., como componente del Grupo de Teatro "Mirador", de la Asociación de Escritores y Artistas de España. 

   Carmen Rubio esconde una cabeza privilegiada para aquello del endecasílabo y la rima tras su flequillo pelirrojo de eterna y traviesa chiquilla, y un corazón repleto de querencia, que oculta detrás de... (perdón, acabo de darme cuenta de que me he metido en un jardín). En fin, lo dicho, que tiene un gran corazón. En las distancias cortas Carmen es una mujer de risa fácil, con gran sentido del humor, y lo mismo te canta un cuplé que te recita un poema de gran calado.

   Soliloquio de invierno, es el título del poemario que hoy nos presenta. El invierno es un lugar de aguas y nostalgia, la  sala de una casa en la que se ha instalado un gran bosque de sombras y raíces, en donde sólo quedan en pie los retratos con los rostros de entonces, con su fatiga de libros amarillos, y se proclama refugio para ahogados. Los espejos, sin risa, apuntan los colores del jardín en el rostro, y el silencio se arrastra igual que una serpiente en la espesura. La noche, igual que una lechuza, se posa en una rama, a esperar la caricia de la voz de Carmen, el mensaje hilvanado en el dobladillo de su poesía.

Juan Calderón Matador
Madrid, 7 de Mayo de 2012

Vídeos Juan Calderón: Presentación Carmen Rubio




(Poemas pertenecientes al libro "Soliloquio de invierno")
Del apartado I - LA CASA

LA CASA
Nos muestra su fachada con residuos de cal.
Desde sus ojos ciegos,
cela la intimidad de su vacío.
En el cerrado espacio de la sala en penumbra, 
se ha instalado un gran bosque 
de sombras y raíces.
La casa, en su apatía,
se deja acariciar por las voces del agua;
del surtidor que trae noticias del jardín.
Es vieja. Ya no puede
relatarnos su historia, antigua como el aire;
su historia,
más oculta que el fuego de la tierra.
En la primera grada que da paso al jardín,
se le ha dormido el tiempo.
Despierta, como el búho
que se alumbra en la noche,
recorre las estancias con su traje de novia,
y corre las cortinas para que ningún rayo
irrumpa en su silencio
y así quedarse sola como un bulto
a quien nadie interesa.
Parece que esta casa,
como superviviente de un naufragio,
viviese recluída en su mudez,
tendida como noche en los aleros
para contar estrellas.

LAS HOJAS Y LOS DÍAS
"Nunca nadie 
sabrá cuando murió, la cerradura
se irá cubriendo de un lejano polvo"
Francisco Brines

Van cayendo las hojas del jardín;
también el calendario se deshoja.
Sólo quedan en pie
sus muros; los retratos
con los rostros de entonces,
los enseres de ayer con su fatiga,
igual que vidas rotas o libros amarillos.
El tiempo es un ritual en el que muestra
fingida lejanía.
Simula que ese tren que nos recoja,
llegará con retraso a los andenes
muy cansado, tal vez, por el viaje.
Entretanto, persiste en su silencio.
Sólo el rumor del aire que se cuela
por la estrecha rendija del postigo cerrado,
y el canto de los pájaros tardíos,
nos cuentan que en la tarde se engalana
con prendas verdiazules por el borde del mar.
Fuera se va tendiendo,
como ropa a secar, la luz por los tejados.
¡Si pudiera en la noche,
algún astro bajar a cerrarle los ojos!
Quizás, dentro del sueño
pudiera recorrer aquel camino
que traza la inocencia,
donde la luz cambiaba con nosotros
su juventud, su todo por llegar.
Sólo le queda hoy un campo sin cosecha.
La juventud perdida llama y llama
con fuerza en sus oídos.
En su rincón más hondo,
paciente, va apilando el tiempo y su ceniza.



VARADA EN LA MEMORIA

años cerrada,
se enciende cada noche al resplandor
que emiten las luciérnagas.
Como una vieja barca sin remedio,
se perfila en la roca donde termina el mar
y se proclama
refugio para ahogados.
Sus muebles como escombros,
se amortecen de olvido.
Con el alma poblada de maleza,
dirige su atención a los cristales
por si una risa niña jugara entre los pinos,
por si los muros
que aún sostienen su cuerpo resonaran
con un canto infantil
o con las claras voces de un surtidor de pájaros.
Todo
lo que yo tanto quise se ha perdido.
No puedo asimilar esta miseria
que se asienta en mi casa.
Puede que aquellos rostros
de los seres que amé aún se mantengan
doblados como ropa en los baúles
con bolas de alcanfor para burlar la edad.
Ya sólo espero
ver salir a mi madre de entre tanta ruina.
Del apartado II - SOLEDAD






SOBRE LA SOLEDAD
"Cuarenta metros cúbicos de soledad, el cuarto"
Rosa Chacel
Habito este vacío que me llena,
voy hacia la ventana
donde la lluvia entona su soliloquio extraño,
su nana por nacer para el dormido.
Una ciudad que no me reconoce,
se lleva mis pisadas por aceras
que otras veces tomaron de mi aliento
su razón de existir.
Igual que ese jardín de otoño en su silencio,
se viste mi mirada de ocres y amarillos.
Las manos de la lluvia, como gotas, 
los cristales y me llaman
con un nombre incapaz de pronunciarse.
El agua estrecha el cerco 
en torno a mi cintura,
lo mismo que en un tiempo, ya perdido,
cuando el mar se batía en reflejadas luces,
trayéndome la infancia
como fragmentos rotos de otra vida
que quizás pudo ser.
La tarde cae
temblando de humedad por sus ojos oscuros
y vuelve a mí ese mar que se esfumó a mi espalda
como fábula o sueño;
un sueño que viví como si eterno fuese
y se tornó en herida.
Me pregunto qué fue de aquella luz primera;
dónde el asombro, ahora, de mis ojos de entonces
que en un rincón penumbra de esta sala,
reposan su cansancio de papel.
Es otoño y existe soledad.
Los espejos, sin risa,
apuntan los colores del jardín en mi rostro
y me cubren los párpados de luto
por su última luz en agonía.






LA VISITA
Ha crecido la sombra en el jardín;
en silencio se arrastra
igual que una serpiente en la espesura.
En la ventana queda algún rastro de luz.
Sobre la mesa,
se empapan de nostalgia los retratos
de los seres queridos que partieron,
cansados de esperar no sé qué cosa.
En mis manos un libro que me trae
la razón de mi amor por la palabra,
historias de lugares
casi inmunes al tiempo,
fantasías que traigo aún sin estrenar.
Salgo al balcón. La noche
igual que una lechuza se posa en una rama.
Algo llega de pronto.
Puedo escuchar el aire de su paso en la yerba.
Va con la mente en sombra,
porta frío.
Viene
con las manos desnudas
y se sienta a mi lado.
Con los ojos me dice:
"Me llamaste hace tiempo".

Vídeos de Carmen Rubio





ANDRÉS R. BLANCO
EN LA TERTULIA DEL GRUPO LITERARIO
TINTAVIVA



   Hoy tenemos en nuestra tertulia la presencia de un poeta que se prodiga más bien poco y esa circunstancia, junto a su buen hacer poético, viste de especial interés el momento. Estamos hablando de mi paisano, Andrés R. Blanco. Nacido en Mérida (Badajoz) en 1956. A los diez años viene a vivir a Madrid, ciudad en la que reside desde entonces, y en la que, hace mucho tiempo, nos conocimos, en aquellos legendarios talleres de la Asociación Prometeo de Poesía, en el salón de La Ballena, del Café Lyón. Taller estricto donde los haya, dirigido por Juan Ruiz de Torres, con mano tan férrea como eficaz, de los que salió una más que notable hornada de escritores. Por entonces, Andrés ya despuntaba como buen poeta, al que se le auguraba un brillante futuro. Yo, sin embargo, era un  simple aprendiz que poco sabía de técnica, lo que hacía que las críticas llovieran sobre los poemas que presentaba en cada sesión. Y entre aquellos cubos de agua fría que caían sobre mí, por primera vez escuché un pequeño elogio a uno de mis versos. ¿Imaginan de quién procedía? Pues sí, de Andrés R. Blanco. Después la vida nos fue llevando por caminos diferentes y nos hemos frecuentado poco, pero siempre he admirado su obra y he guardado un buen recuerdo de él, junto al agradecimiento por aquellas amables palabras que me dedicó y que me ayudaron a no decaer en mi empeño de aprender a ser poeta.

    Ha  publicado los siguientes poemarios:  Luz y lejanía en los espejos, 1991 (Ayuda a la Creación Literaria del Mº de Cultura); La semilla del mito, 1991 (Premio Nacional de Poesía en castellano “Paco Mollá”, Petrer (Alicante); La mirada de plata, Madrid 1993;  Álbum crepuscular, Málaga 1994; El largo aliento2003 (3º premio en el X Certamen de Poesía “La Bufanda”, de Coslada, Madrid); Las alas condenadas, 2010 (Premio Germán Gaudisa de Poesía en la Villa de Chiva).

   Ha obtenido distintos galardones literarios con poemas y cuentos. Es “Medalla de Poesía de Nueva Gente” de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles y “Prometeo de Bronce” de la Asociación Prometeo de Poesía. Fue miembro de la Tertulia del Buen Retiro, actualmente Tertulia Arco Poético, cuya página web mantiene. Ha participado en lecturas y recitales individuales y colectivos.


   Hoy nos presenta un nuevo poemario, de título festivo, "Farolillos", en el que Javier Bueno y yo mismo hemos tenido algo que ver, ya que hace el número 7 de la colección, Breviarios Raíces de Papel, que dirigimos desde la Plataforma Cultural Raíces de Papel, por lo que hoy estamos aquí con doble cometido, el de Editores y el de componentes del Grupo Literario Tintaviva, lo que demuestra lo catacaldos que somos y el mucho meneo que le ponemos a nuestra existencia. "Farolillos", obra que mereció el Primer Premio del XXIII Certamen de Poesía "Hermanos Caba" 2011, en Arroyo de la luz (Cáceres), es un conjunto de once hermosos poemas que hablan de amor. Un amor hacia la persona con la que comparte sentimientos desde hace 33 años, a la que, después de tanto tiempo, homenajea como si de una historia recién nacida se tratase. ¿Que esposa no se sentiría querida y admirada después de leer una dedicatoria como esta:  A punto de cumplir los 33, para ti, que sigues a mi lado y aún sonríes, que sigues a mi lado y me haces sonreír. Y si eso ya sería suficiente para tenerla al borde del éxtasis, por llamarlo de alguna manera, imagine cualquier mujer que su hombre le dice: Tu boca fue la flor donde bebí. o esto otro: Henchido galeón me sentiré / surcando enamorado/ las íntimas mareas que guarda tu cintura.
   Andrés, dejo en tus manos la responsabilidad de enamorar también a este auditorio, y estoy seguro de que lo vas a conseguir, ya que los poemas que nos vas a entregar esta tarde tienen todos los ingredientes necesarios para que así sea. Tienes la palabra.

Juan Calderón Matador
Madrid, 7 de Mayo de 2012
                  

Vídeo Juan Calderón: Presentación Andrés R. Blanco




De “FAROLILLOS”


EN EL BOSQUE

Tu boca fue la flor donde bebí
el destello del agua más soñada.

Llama ardiente mi piel bajo tu beso,
locura en tu caricia desbordada.

La fuente deshojaba en sus cristales
rumores de la sangre enamorada.

Sólo turbó la luz en que caímos
el canto de un jilguero… y luego nada.


GALEÓN

Henchido galeón me sentiré
surcando enamorado
las íntimas mareas que guarda tu cintura,
esa curva secreta en que mis velas
desplegarán su risa celebrando
el gozo luminoso y más feliz
de sentirte tan mía
como ser yo tan tuyo.

NO TEMAS

No temas el espacio de las horas.
Si contemplas el mar
verás que en su distancia están mis manos
sosteniendo tu gesto pensativo,
y en su profundo azul
mi beso que en tus párpados descansa
al filo de la aurora.

No temas el espacio de las horas.
La túnica de púrpura y de oro
será cuando te busque
intensa llamarada subiendo hacia la altura.
Desnudos y abrazados el mar contemplaremos
y en tu cabello oscuro
el sol pondrá su beso con mis ojos
y en mis labios el roce de los tuyos
dirá que sí,
que nos amamos.



De “LAS ALAS CONDENADAS”


TECNOFIESTA

Los días destellaban sobre el mar de los hombres.
Eran tiempos de espuma
amaneciendo sendas infinitas
en el borde fugaz de cada ola,
revelando secretos de las profundidades,
traduciendo la voz de remotas galaxias.
Eran tiempos que hacían del pasado
una antigua penumbra sumida en el olvido,
un hálito de primitivas sombras,
harapos que meter
en el hambriento arcón de los desprecios.
Era el tiempo de la alegría,
del viento y de la pluma,
del continuo festín.
Ondeando en la voz de las banderas,
como un grito de fuego,
la vieja, la viejísima
esencia del relámpago.


LLORAR NO ES SUFICIENTE

Llorar no es suficiente para vivir de nuevo.
Ni abrigarse en las capas de fuego de la carne,
ser lágrima de sexo penitente
llegando hasta los límites del cansancio o el asco.

Llorar no es suficiente para vivir de nuevo.
Ser acaso bondad y sacrificio
o rezo aletargante,
no camino de fe sino de huida.

Has buscado el silencio que adormece,
la catarsis mental de la rutina,
el pálido sendero
que promete la niebla de lo inmóvil.

Y lloras,
te llueve sin cesar en los refugios,
en los sótanos rojos de la carne,
en las alas celestes de los ídolos,
en la bruma falaz de ser silencio.

Funámbulo vital,
los vientos que esquivaste te amenazan
y rehúyes las ígneas tinieblas de ser fénix,
ser sólo un nuevo brote entre la arena.
Llorar no es suficiente para vivir de nuevo.

Vídeos Andrés R. Blanco






                         











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